Libros
Género: Poesía
Páginas: 56
Estado: Disponible
Fragmento:
El otoño
Tapizando los suelos de hojas secas
se divierte la niña aparecida.
Nueve meses ha estado amortecida
esperando los giros de las ruecas.
Al verdor de los árboles tú truecas,
le comento admirando la caída
de la fronda dorada y fenecida
que con magia transforma en mil muñecas.
Tú también has trocado los colores,
me contesta esbozando una sonrisa
y observando mi pelo y sus blancores.
Es entonces que pienso cuán deprisa
los presentes se vuelven anteriores
al actual, que se irá cual leve brisa.
Fragmento:
Nirvana
A la memoria de Elsa Medrano
La mueca torcida. La mirada alerta.
Rayos de metal rojizo bañando la decrepitud de carnes viejas.
La nauseabunda bruma del hedor del sufrimiento.
Postrada en un lecho de hospital,
mi abuela reconoce una voz (la mía)
que le habla de un alba postrera que no verá.
Desvanecida, su consciencia quizás naufrague
en la interioridad (en sus siniestros rincones),
guiada por el compás de la arritmia
y el tenue rumor de letanías.
Sabe que ha deseado siempre la compasión de otros,
la mano sostenida, la presencia en silencio,
y que simulados y pasados intentos han sido infructuosos.
Hoy las posee; la asfixian.
Ha obtenido el ansiado cielo,
pero éste se ha trocado en infierno.
Comprende, sólo al final, que su deseo ha sido la corona del martirio
y maldice la beatitud de tiempos desgarrados y entregados al abismo,
a la depresión y la traidora hipocondría.
La revelación, en su crueldad, la aterra,
hasta que, súbito, un misterio
le dona una paz inesperada.
Extinguido el deseo, en completa soledad,
ausentes la tristeza de los ángeles
y la melancólica intercesión de los santos,
ha cambiado el sufrir por la nada.
La libertad del desapego la ha bendecido de estrellas,
de susurros de campanas y de seráficas hierbas.